lunes, 8 de mayo de 2017

Hace rato que los argentinos disputan medallas en el Mundo. Entrevista a Han Chang Kim











"Hace rato que los argentinos disputan medallas en el mundo"

Hace 50 años, Han Chang Kim llegó desde Corea del Sur para imponer el taekwondo. Esta semana celebró el desembarco de una disciplina que en 2012 le dio un oro olímpico al país.






El Gran Maestro Han Chang Kim nació en el verano boreal de 1939 en la ciudad de Haolbin, en Manchuria, donde compartió sus primeros años con una numerosa comunidad coreana. La Segunda Guerra Mundial le enseñó el sufrimiento, el hambre y el desgarramiento de los afectos. Su personalidad perseverante le permitió lograr no solo el cumplimiento de la escuela secundaria sino que también pudo graduarse de licenciado en Relaciones Internacionales especializándose en idioma español. En 1967, decidió viajar a la Argentina con el objetivo de implementar aquella novedosa disciplina creada por el general Choi Hong Hi, quien había fundado la International Taekwon-Do Federation (ITF) el año anterior, para difundirlo en el extranjero, mientras que domésticamente regía la Korea Taekwondo Association.
En la actualidad, Han Chang Kim es el depositario de una fama ya legendaria: ha formado miles de alumnos, siempre en el marco del honor y la integridad, y el taekwondo se ha convertido así en una de las artes marciales que logró tal crecimiento que hoy es deporte nacional coreano gracias a la aprobación del Comité Olímpico Internacional celebrado en París en 1994. Y fue en Londres 2012 que Sebastián Crismanich alzó la bandera argentina, brillando su medalla de oro en lo más alto del podio.
El último 1 de mayo, el Gran Maestro Han Chang Kim dictó una clase para celebrar medio siglo de la disciplina en la Argentina, en la cual participaron más de cien instructores de la Asociación Argentina de Taekwondo Independiente dirigida por los maestros Fernando Abad, Jorge Priero y Mario Chariere. La jornada finalizó confirmando que el deporte es una fascinante forma de vida, un instrumento para alcanzar el equilibrio físico y mental, dando como resultado personas felices, seguras y triunfadoras, y haciendo presente aquella frase de Confucio: "No es más fuerte aquel que es capaz de vencer a los demás, sino aquel que es capaz de vencerse a sí mismo." 
–¿Cuál es el origen del taekwondo?
–El taekwondo lo inventó el general Choi Hon Hi. Pero en 1971, el presidente de Corea, Park Chun-hee, lo nombró deporte nacional directamente y no como arte marcial, como acá el fútbol. Así comenzó a difundirse en todos los lugares, porque antes estaba solo en gimnasios, como Chung Do Kwan, Song Moo, Moo Duk o Oh Du Kwan. Así se introdujo en los colegios (primario, secundario y universidad) e incluso en el servicio militar y el ejército. También hay muchas entidades y asociaciones que difunden la disciplina. Pero en 1973 se dividió, por diferencias ideológicas y políticas, y el general Choi se fue a Canadá con la ITF y Corea del Sur formó la World Taekwondo Federation (WTF), que lo promocionó más como deporte. Es aceptado en los Juegos gracias al trabajo de Un Yong Kim.
–¿El taekwondo tiene una base fuerte en el nacionalismo coreano? ¿Qué se siente al verlo dividida hoy y ubicado en el plano internacional?
–División, antes no había división. Después de la Segunda Guerra Mundial, hace 72 años atrás, cuando nos independizamos de los japoneses que nos dominaron por 36 años, al igual que parte del sudeste asiático e incluso China en esa época, después sin que quisiéramos se dividió el norte del sur, aunque no era voluntad nuestra. Era la decisión de cuatro potencias: Estados Unidos, Rusia, China y Japón, que al no tener mucha fuerza contra ellos debimos soportar. Desde el paralelo 38º hacia arriba dominaron los soviéticos y hacia abajo los norteamericanos. Esto todavía sigue, durante ya más de 65 años. Todavía no podemos voltear esa muralla de cuatro kilómetros que nadie puede pisar porque está minada. Es el único país del mundo que está así. Alemania yo no está dividida, y yo les preguntaría a ustedes si hay alguna respuesta buena para lograr la reunificación. Siempre sufrimos por esto. Creo que la política desune y el arte marcial nos une. A eso apostamos.
–¿Hubo cambios cuando el taekwondo se convirtió en deporte olímpico?
–Sí. El taekwondo no mostraba un gran desarrollo de patadas porque, como cualquier toque valía un punto, se apostaba a la patada lateral al estómago, más efectiva, y se dejaban las más difíciles. Eso hacía poco vistoso al deporte y casi nos eliminan de los Juegos Olímpicos. Posteriormente se modificaron los reglamentos, dando puntos variados según la técnica y su dificultad. Eso le permitió su permanencia. Pero hay competencia para ingresar, entre China con el kung fu y Japón con el karate. Como Corea es un país más débil, aún debemos seguir peleando. Quizás en el futuro se unifiquen todas las artes marciales.
–¿Y cuál es el balance del taekwondo en Argentina?
–Desde hace unos 50 años, muy pocas personas sabían del taekwondo en la Argentina, pero con Sebastián Crismanich la gente comenzó a tener interés por la disciplina. Esa medalla nos hizo mucha propaganda. Ahora, en la calle veo a los chicos con el dobok de ITF (no tanto con el de WTF, pero no importa) porque lo relevante es que sigan taekwondo. Todavía falta, porque dicen las revistas especializadas que desde 1967 a la fecha unas 500 mil personas pasaron por los Dojang (lugares de prácticas). Hay abuelos, padres e hijos; familias enteras están practicando taekwondo. Igual, no estoy conforme, siempre me quejo, digo que el 1,2% de la población argentina no es nada (risas). 
–¿Cómo se siente con esta conmemoración?
–Muy solitario, porque hace 50 años atrás tenía muchos compañeros y hoy muchos no están en estas tierras. ¡Es mucho tiempo! Desde la época en la que vine, los que se iniciaron conmigo, discípulos y alumnos, muchos están allá arriba, por eso me siento triste. Pero la vida es así, hay que aceptar sin protestar. Agradezco mucho a los argentinos por la difusión del taekwondo entre todas las artes marciales, como el yudo, el karate o el sipalki, porque veo mucha difusión en revistas, especialmente porque el taekwondo es más fácil de asimilar por principiantes que otras disciplinas. Lo cierto es que el fútbol es el deporte nacional en Argentina, pero las medallas se las da el taekwondo. Si bien en Corea el peor futbolista es Maradona, no pasa lo mismo en Argentina: hace rato que los argentinos disputan medallas a nivel internacional.
Se ve en Han Chang Kim un Sasonim (Gran Maestro) que transmite un alto nivel de sabiduría y superación, ejemplo imprescindible para las nuevas generaciones.
(*) IV Dan Taekwondo. Club Atlético San Telmo

martes, 5 de julio de 2016

Politólogo de día y profesor de taekwondo por las noches



Politólogo de día y profesor de taekwondo por las noches

“El taekwondo es parte de mi vida y el estudio de la política es lo que me atrae como profesión. Si ambas cosas no estuviesen vinculadas, me sentiría vacío”, confiesa Ricardo Romero, un vecino de 44 años que convive con la pasión por las artes marciales y el hecho de ser profesor de ciencia política en varias universidades.  
Su inquietud por entender esta disciplina deportiva empezó en la niñez, a raíz de una pelea infantil que protagonizó: “Cuando tenía 11 años, me pegó un chico y me sentí debilitado”, recuerda Romero. Ese hecho lo incitó a sumergirse en el mundo del kung fu y después abocarse al taekwondo. Entrenó movimientos y técnicas en diversos clubes del partido de Florencio Varela, como por ejemplo la Sociedad de Fomento “La Carolina”. Allí tuvo la posibilidad -con solo 18 años de edad y en compañía de su maestro- de dar su primera clase a la categoría Infantiles.
Romero perfeccionó su cuerpo. Pero, con el tiempo, aprendió que su práctica no dependía solamente de lo competitivo: “El taekwondo tiene que ser lo que vos quieras hacer. Esa construcción implica un compromiso personal, proyección, perseverancia, autocontrol, cortesía y una disciplina. Todos estos principios reafirmados en la vida cotidiana”, señala.  
Ese mensaje pacifista se lo inculcó Fernando Abad, su actual maestro de arte marcial y considerado sexto Dan(sexto grado de importancia en la trayectoria como maestro). Ambos se conocen desde hace más de 24 años, comparten anécdotas en común y esparcen su filosofía como integrantes de la Asociación Argentina de Taekwondo Independiente (A.A.T.I.).
Ricardo arribó al barrio de San Telmo en 2010 y se despidió de la práctica del kung fu. Se mudó frente al Parque Lezama. Su mensaje de un taekwondo más espiritual lo movilizó para sugerir, en 2012, la incorporación de la actividad-deporte en el Club Atlético San Telmo.
Así fue como en febrero de 2015 se puso en marcha la Academia Taekwondo Tradicional Grupo TAE (Técnica-Armonía-Energía), cuya sede se encuentra en Perú 1362 y cuenta con la coordinación de Juan Manuel Sánchez y Fernando Colombo. Romero, considerado cuarto Dan Internacional y cinturón negro, instruye a un grupo de ocho chicos y su idea es formar la categoría de adultos. Los Ninjas de San Telmo, como se apodan sus fieles alumnos, se presentan todos los lunes y miércoles de 19 a 20 para comprender las herramientas básicas del taekwondo.

“A veces trabajamos en clase con la coordinación de globos. Además tenemos espacios de expresión: les pido a los chicos que hagan dibujos sobre qué significa para ellos la lealtad, cortesía y perseverancia”, afirma.
Haberse convertido en profesor de la academia le permitió cumplir un sueño y, a su vez, conectar  ciertos conceptos de la filosofía del taekwondo con su otra vocación: politología. Estudió la carrera de ciencias políticas en la UBA (Universidad de Buenos Aires) y se gradúo como profesor a los 25 años. Así, Romero empezó -en 1995- a dar clases de “Política Latinoamericana” en la UBA y también enseñar “Economía Política” en el Colegio Nacional de Buenos Aires; entre otras instituciones educativas.
Tanto la politología y la disciplina marcial se entremezclaron en su vida que, durante cinco años, brindó un taller de taekwondo en el Nacional de Buenos Aires; pero tuvo que abandonarlo, por no tener suficientes alumnos durante la época de parciales.
Romero se propone concretar un proyecto de contención social. “Estamos viendo cómo traer chicos de la Isla Maciel, para que practiquen la disciplina en la sede. Y después quisiéramos tener un equipo de competencia que se entrene en la Isla”, comenta. Pero actualmente piensa cómo pasar más tiempo junto a Lautaro, su hijo de 3 años y para eso lo empezó a involucrar en las artes marciales mediante juegos sobre la coordinación de reflejos.
Ricardo mantiene su foco en transmitir la filosofía del taekwondo a más personas: “Yo soy como el Señor Miyagi (de la película ´Karate Kid´). El otro (en referencia a Daniel LaRusso) representaría a aquel que busca ganar el trofeo. Mi prioridad no es hacer dinero a través del taekwondo, sino difundirlo desde la base filosófica y social”, confiesa.
Martín Magurno